Resumen del tema:
El hombre, aunque marcado por la caída y por la presencia constante del mal, no está condenado al pesimismo, pues ha sido redimido por Cristo. La Encarnación y la Redención son los pilares que renuevan nuestra esperanza, restaurando no solo nuestra dignidad, sino también nuestra comprensión del cuerpo, del deseo y del amor. San Juan Pablo II, en su Teología del Cuerpo, nos recuerda que el “Eros” —lejos de lo pornográfico— es un impulso hacia lo verdadero, lo bueno y lo bello, y está llamado a integrarse con el “Ethos” para alcanzar su plenitud. Esta visión redime también la sexualidad humana, revalorizando la castidad como una virtud que integra cuerpo y espíritu, y que no reprime sino que libera, permitiendo amar de forma auténtica. Así, la redención de Cristo toca todas las dimensiones del ser humano, incluso el cuerpo, devolviéndonos la inocencia original y la posibilidad de vivir una vida ordenada hacia el amor verdadero y la santidad.