En su ciclo “Amor y fecundidad” de la Teología del Cuerpo, San Juan Pablo II profundiza en la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, defendiendo que el amor conyugal debe estar abierto a la vida y basado en una visión integral del ser humano. La encíclica, polémica en su tiempo, anticipó graves consecuencias sociales si se aceptaban los anticonceptivos: infidelidad, decadencia moral, pérdida del respeto a la mujer y manipulación estatal. Juan Pablo II responde a estos desafíos con una antropología cristiana que une el significado unitivo y procreativo del acto conyugal, reafirmando la dignidad del cuerpo y del amor auténtico, y promoviendo métodos naturales para la regulación de la fertilidad.