El Tema 1, “Contemplar a Cristo con María”, resalta la importancia de fijar la mirada interior en el rostro de Cristo, especialmente a través de la contemplación que se ejemplifica en la Transfiguración. Esta contemplación permite a los creyentes penetrar en el misterio de la vida de Jesús y experimentar el amor trinitario. María es presentada como el modelo perfecto de esta contemplación, por su cercanía única al Hijo desde la Encarnación hasta Pentecostés. Su mirada amorosa y penetrante acompañó cada momento de la vida de Cristo, y su memoria profunda de los acontecimientos se convierte en un modelo para la oración cristiana, especialmente a través del Rosario.
El Rosario se presenta como una oración contemplativa profundamente cristológica y mariana, donde se meditan los misterios de Cristo con los ojos y el corazón de María. Es una “escuela” en la que el creyente se configura con Cristo, aprende a comprenderlo profundamente y se deja transformar por Él. María, como Madre de la Iglesia, continúa su misión de intercesión y formación espiritual, ayudando a los fieles a unirse más íntimamente a su Hijo. Así, el Rosario se convierte no solo en una meditación y súplica eficaz, sino también en un instrumento de evangelización, que anima a anunciar a Cristo con la misma fe ardiente de María.
