El texto de R. Cantalamessa, en torno a la fiesta de San José, reflexiona sobre la relación entre la paternidad divina y la paternidad humana, tomando como base la enseñanza de San Pablo en la Carta a los Efesios: toda paternidad en el cielo y en la tierra toma su nombre del Padre celestial. La paternidad divina no solo es modelo para los padres humanos, sino que es la fuente y raíz de toda paternidad y maternidad humana, enseñándonos que la relación padre-hijo debe reflejar la paciencia, el amor incondicional y la esperanza que Dios tiene hacia sus hijos. El texto destaca la importancia de que los padres imiten al Padre celestial en su amor comprensivo, no exasperando a sus hijos, acompañándolos con paciencia y ánimo, aceptando y amando al hijo real, y venciendo el mal con el bien, incluso en relaciones difíciles.
Además, se resalta el papel ejemplar de San José, padre putativo de Jesús, que simboliza la entrega total y el servicio silencioso, modelo para todos los padres. También se aborda la figura de los padres adoptivos y espirituales, quienes manifiestan aspectos profundos del amor divino: un amor que perdona, sostiene y genera vida con paciencia y ternura. La meditación concluye subrayando la necesidad urgente de sanar y reconciliar las relaciones entre padres e hijos en la sociedad actual, inspirándose en el Padre celestial para construir familias más unidas y amorosas.