María, espejo de la Iglesia

Publicado por congregacion

Resumen del tema:

En este texto, Cantalamessa ofrece una profunda contemplación del dogma de la maternidad divina de María, no desde una perspectiva meramente teológica o doctrinal, sino como una experiencia espiritual que invita a redescubrir la riqueza y actualidad de este título. Ser “Madre de Dios” significa que María no solo dio a luz a un hombre, sino al mismo Hijo de Dios hecho carne. Este título salvaguarda la verdad central del cristianismo: la unidad inseparable en Jesús de la naturaleza divina y humana. María, al dar a luz a Jesús, ancla a Dios en la historia humana, en la carne, en la realidad más concreta, haciendo de su maternidad una proclamación viva del misterio de la Encarnación.

Además, este título revela el rostro humilde y sorprendente de Dios, que ha querido tener una madre, y exalta la dignidad de la mujer y de lo humano en su totalidad. La maternidad divina de María no solo habla de ella, sino que ilumina quién es Jesús (verdadero Dios y verdadero hombre) y quién es Dios (gracia y condescendencia). María, única criatura que puede decir a Jesús lo que Dios Padre le dice: “Tú eres mi Hijo”, se convierte así en signo de comunión y esperanza ecuménica. El reconocimiento común del título “Madre de Dios” (Theotókos) entre las Iglesias cristianas —incluso por Lutero y otros reformadores— constituye un punto de partida clave para el diálogo y la unidad en la fe.