En las reglas 325-327, San Ignacio utiliza tres metáforas para describir las estrategias del enemigo espiritual en la Primera Semana de los Ejercicios Espirituales. En la primera, lo compara con una mujer que, siendo en apariencia fuerte, se debilita ante quien le planta cara; así también el enemigo huye si encuentra firmeza, pero se crece ante el temor. En la segunda, es un seductor que prospera en el secreto: si el alma revela la tentación a un confesor o persona espiritual, ésta pierde fuerza. En la tercera, se comporta como un caudillo militar que ataca por donde encuentra mayor debilidad en la persona, siendo necesaria la vigilancia y el refuerzo de esos puntos vulnerables.
Estas imágenes enseñan que el enemigo carece de verdadero poder si no se le da lugar mediante el miedo, el silencio o la negligencia espiritual. La clave está en reaccionar con decisión, ser transparentes en la lucha y vigilar nuestras flaquezas. Estas reglas no son solo principios teóricos, sino herramientas prácticas de discernimiento para sostener el proceso de conversión, especialmente cuando el ejercitante enfrenta resistencias interiores que intentan hacerlo retroceder.
