Consolación y Desolación. Reglas de discernimiento de Primera Semana

Publicado por congregacion

Resumen del tema: 

San Ignacio presenta a Dios como “Criador y Señor”, no solo como origen absoluto del ser humano, sino como Amor que lo inflama y transforma desde dentro. Esta experiencia profunda de sentirse amado por Dios se manifiesta en tres niveles: la vivencia interna que ordena los afectos y otorga libertad; el don de lágrimas que libera y conduce al amor divino; y la alegría espiritual que eleva el ánimo y confirma la experiencia de la salvación. Esta consolación es un lenguaje de amor directo, gratuito y transformador que unifica al ser humano, lo libera de apegos y lo dirige hacia su Creador con paz, gozo y humildad duradera.

En contraste, la desolación es la vivencia del aparente alejamiento de Dios, que genera oscuridad, tristeza y desorden interior. Se manifiesta como inclinación a lo bajo, pérdida de confianza, fe y amor, y provoca una crisis existencial en la que el hombre duda incluso de la presencia de Dios. A partir de la consolación o desolación pueden surgir tentaciones, especialmente cuando el hombre se encierra en sí mismo y confía en sus propias fuerzas, olvidando que la salvación es don gratuito de Dios. La verdadera lucha espiritual, según San Ignacio, está en discernir estos impulsos y mantenerse en humildad y confianza en Dios.