En el capítulo cuarto de Gaudete et exsultate, el Papa Francisco propone algunas características esenciales de la santidad en el mundo actual. En medio de una cultura marcada por el individualismo, la ansiedad y el negativismo, el Santo Padre destaca cinco notas espirituales fundamentales: aguante, paciencia y mansedumbre; alegría y sentido del humor; y vida en comunidad. La verdadera santidad nace de una firmeza interior centrada en Dios, que permite vivir con paz, resistir las agresiones, y evitar la violencia verbal incluso en espacios digitales. Esta mansedumbre se apoya en la humildad, en el saber soportar humillaciones como parte del camino de Cristo y en no ceder a la tentación de juzgar o despreciar al prójimo.
Asimismo, el Papa subraya que la santidad no está reñida con la alegría. Al contrario, el santo es alguien alegre, capaz de vivir con sentido del humor y optimismo espiritual, incluso en medio de las dificultades. Esta alegría verdadera no es consumista ni superficial, sino fruto del amor a Dios y al prójimo, y se vive de manera especial en la comunión con otros. La santidad, por tanto, no se construye en soledad, sino en comunidad, donde cada miembro ayuda al otro en su camino hacia Dios, como lo vivieron los santos y mártires en grupo, las familias santas y tantas comunidades cristianas.
